Una persona titulada, puede garantizar un desarrollo ético profesional y una valía inicial pero no garantiza en ningún caso, ser una persona brillante o ser un profesional mejor que otro.
No existe una norma que garantice el éxito por tener un titulo o el fracaso por no tenerlo.
Las personas brillantes se distinguen no por la titulación, sino por la capacitación, aptitudes y actitud que desarrollan en la vida.